Path: ccsf.homeunix.org!shiino.jp!mmcatv.co.jp!newsfeed.media.kyoto-u.ac.jp!border2.nntp.dca.giganews.com!border1.nntp.dca.giganews.com!nntp.giganews.com!elnk-atl-nf1!newsfeed.earthlink.net!stamper.news.atl.earthlink.net!stamper.news.pas.earthlink.net!newsread2.news.pas.earthlink.net.POSTED!a01ee1e7!not-for-mail Newsgroups: fj.education.comp,fj.education.informatics,fj.education.math Subject: (IVÁN): ORAR ES PODER From: IVAN VALAREZO Organization: n/a Message-ID: User-Agent: Xnews/5.04.25 Lines: 1121 Date: Sun, 25 Mar 2007 06:33:30 GMT NNTP-Posting-Host: 71.247.150.162 X-Complaints-To: abuse@earthlink.net X-Trace: newsread2.news.pas.earthlink.net 1174804410 71.247.150.162 (Sat, 24 Mar 2007 22:33:30 PST) NNTP-Posting-Date: Sat, 24 Mar 2007 22:33:30 PST Xref: ccsf.homeunix.org fj.education.comp:120 fj.education.informatics:66 fj.education.math:289 Sábado, 24 de marzo, año 2007 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador - Iberoamérica (Este Libro fue Escrito por Iván Valarezo) ORAR ES PODER Ese problema que te aflige tanto día y noche, quizás sólo necesitas hacer una oración simple al SEÑOR, en el nombre del Señor Jesucristo, para que se desaparezca o se resuelva ya, o lo más pronto posible. Y si es así, entonces ¿por qué esperas más? La oración es el poder de tu vida, que quizás aun tú no conoces, mi estimado hermano y mi estimada hermana, por falta del conocimiento de la verdad y de la justicia infinita de tu Dios y Fundador de tu vida eterna, nuestro Padre Celestial, ¡ el Todopoderoso de Israel y de la humanidad entera! Y en esta hora, una vez más, como de costumbre, los poderes sobrenaturales de la oración, con sus muchos milagros, maravillas y prodigios para cambiar e enriquecer tu vida se acerca a ti, como nunca antes. Como quien dice, por ejemplo: Ésta quizás sea tu última oportunidad, para hablar con tu Dios y salvador de tu alma eterna antes que entres a la eternidad, ciego y aun con tus pecados en tu vida. Y nuestro Dios no desea que tu alma se pierda en las profundas tinieblas de tu pecado, en el bajo mundo de los muertos, como el infierno o el lago de fuego, por ejemplo, en el más allá, sino todo lo contrario. Es por eso, que nuestro Dios se acerca a ti una vez más, para bien eterno de tu alma, por el poder de la oración antigua de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo! Se acerca a ti el poder de la oración del cielo y de Jesucristo, para ayudarte a encontrar esas muchas bendiciones de la tierra y del cielo que necesitas hoy mismo, como ya, en tu vida, para servirle a tu Dios y ser feliz, eternamente y para siempre, en tu nueva eternidad venidera. En vista de que, la nueva era de Dios y de su eternidad infinita se acercan a ti y a la humanidad entera, como en un segundo, aunque no lo veas ni lo entiendas así, mi estimado hermano y mi estimada hermana. Porque el Señor Jesucristo les decía a las gentes de Israel: arrepiéntanse de sus pecados, ya que el reino de los cielos se ha acercado a todos ustedes, en todos los lugares de la tierra, si tan sólo creen en su Dios y en todas las cosas que está haciendo por sus vidas, en el cielo y en Israel, también. Y si tú no has orado, en el nombre sagrado del Señor Jesucristo, entonces muchas cosas gloriosas y eternamente santas para tu vida jamás descenderán del cielo a ti ni a los tuyos, tampoco, por falta de tu conocimiento a la oración de Dios y de su Jesucristo. Y nuestro Padre Celestial no desea que tú pierdas ninguna de tus muchas bendiciones del cielo y de la tierra, llenas de vida y de alegría infinita para tu corazón y para tu alma viviente, que realmente son para ti, pero solo en la oración hecha a Él, tu Dios y Creador de tu vida, en el nombre del Señor Jesucristo. Ya que, la oración es parte integral de tu corazón y de tu espíritu humano, en la tierra y para la eternidad. Una oración que salga del corazón del hombre hacia Dios en el cielo, sin el nombre del Señor Jesucristo, entonces no es una oraron de verdad o que tenga poder alguno, sino otra cosa, que no sirve para nada. Sin embargo, desde ese mismo corazón del hombre, que salga una oración hacia Dios, en el nombre del Señor Jesucristo, entonces vale mucho y puede cambiar muchas cosas en su vida y en la vida de los demás, también, en la tierra y en el paraíso. Porque realmente hay poder sobrenatural, en la oración y en el nombre del Señor Jesucristo para Dios y para la humanidad entera. Porque la oración que sale del corazón del hombre hacia su Creador, en el nombre del Señor Jesucristo, entonces puede hacer que la mano de Dios se mueva a su favor y hasta para el favor de otros, en todos los lugares de la tierra, sin jamás hacer excepción de persona alguna. Porque para Dios no hay limite alguno, lo que la oración hecha a Él, en el nombre sagrado de su Hijo amado, pueda realmente hacer, por el bien del hombre y de los suyos, en sus tierras y lejos de ellas, también. En realidad, la oración hecha en el Señor Jesucristo para Dios, desde nuestro corazón tiene vida, vida para alcanzar muchas bendiciones de las que están muy altas en el cielo y bajarlas a nuestras vidas de hoy en día, para que nos edifiquen día y noche y por siempre. Es por eso, que la oración de Dios, hecha en el nombre del Señor Jesucristo, ha traído siempre bendición tras bendición, milagro tras milagro, maravillas tras maravillas, para cambiar e enriquecer la vida del hombre, en todos los lugares de la tierra, para gloria y honra infinita de nuestro Dios que está en los cielos. Porque ha sido la oración hecha en el nombre del Señor Jesucristo que ha perdonado pecados; ha sanado a los enfermos de todas sus enfermedades y hasta ha levantado de los muertos, a los que ya no tenían vida alguna en sus cuerpos perdidos en el polvo y en las tinieblas de la muerte eterna, por ejemplo. Porque por medio de la oración, sólo hecha a nuestro Dios, en el nombre sagrado del Señor Jesucristo, entonces los cojos caminan; los ciegos ven; los sordos oyen; los mudos hablan y hasta las enfermedades más terribles de la vida del hombre tienen que salir de sus cuerpos, para dejarlos libres. Libres para siempre y para Dios, porque nuestro Dios los ha creado libres en sus manos santas, desde el comienzo de todas las cosas, en el cielo, para el servicio santo de Él mismo y de su nombre glorioso, en la tierra y en el paraíso, también, eternamente y para siempre. Por todo ello, la oración ha sido siempre una parte muy importante en la vida del Señor Jesucristo, en el cielo y en la tierra, para Él entonces poder vencer al mundo y sus muchas tinieblas, para finalmente cumplir la Ley de Dios y de Moisés en su vida, para bien de Israel y de las naciones de la humanidad entera. Y después de nuestro Señor Jesucristo haber orado muchas veces delante de nuestro Padre Celestial para bien de Israel y de la humanidad entera durante su vida, entonces en su ultimo día de vida cerro su vida con una oración levantada al cielo, para pedirle al SEÑOR que perdone el pecado de los pecadores, porque no saben lo que hacen. Y después de haber orado por los impíos, entonces entrego su espíritu a Dios en el cielo, diciéndole: Padre Mío a ti entrego mi espíritu, y murió. Y al morir, Él no fue al cielo, sino que descendió al mundo bajo de los muertos, para presentarse en la oración del SEÑOR, a todos los que habían vivido en la antigüedad. Y así entonces manifestarles a ellos, lo prometido: la gloria del nombre de nuestro Padre Celestial en su vida, para bien de muchos en la tierra y en el paraíso, eternamente y para siempre, con una vida nueva, la cual jamás ha de tener fin en él ni en su nuevo reino celestial de Dios y de su humanidad infinita. Y, hoy en día, hay muchas oraciones en tu corazón que tienen que salir de ti, para Dios en el cielo, para alcanzar mucho bien en tu vida y en la vida de muchos, mi estimado hermano y mi estimada hermana. Pero cada una de estas oraciones ha de salir de tu corazón para enriquecer tu vida corporal e espiritual, sólo en el nombre sagrado del Señor Jesucristo. De otra manera, ninguna de tus oraciones, de las que están en tu corazón y en tu espíritu humano, jamás han de salir de ti para hacer muchas cosas, grandes y pequeñas, en tu vida y en la vida de muchos, si no es en el nombre sagrado del Señor Jesucristo. Porque el Señor Jesucristo es la única verdad y justicia de Dios en el cielo, para complacer su corazón y su alma santa, eternamente y para siempre. Pues así también contigo, mi estimado hermano y mi estimada hermana, el Señor Jesucristo es tu única verdad y tu única justicia infinita delante de Dios en el cielo y en la tierra, para comunicarte con Él y recibir cada una de tus muchos bienes eternos. Como, por ejemplo, bendiciones de milagros, maravillas y hasta de prodigios para enriquecer tu corazón, tu alma, tu espíritu y toda tu vida, en esta vida y en la venidera, también, como en el nuevo reino de los cielos, eternamente y para siempre. Por esta razón, les digo que todo por lo cual oren y pidan, crean que lo han recibido, y les será hecho, les decía el Señor Jesucristo a sus apóstoles y discípulos, por igual, en todo todos los lugares, a donde iba en Israel: predicando y enseñando la palabra de Dios y de sus poderes curativos para todos ellos. Porque así como los israelíes, pues, también los gentiles tenían que entender en sus corazones, que el poder de la oración celestial, estaba en ellos, sólo en la invocación de su nombre santo, es decir, si sólo creían en sus corazones y le confesaban con sus labios en todo momento delante de su presencia: como único Creador de sus vidas. ¡ Bendito sea el Señor Jesucristo en nuestras vidas! Entonces cuando Jesucristo les hablaba así, realmente les hablaba con la autoridad y los poderes especiales del cielo, los cuales habían descendido de Dios con Él, para bien de muchos en Israel y en toda la tierra, también, para que tengan vida y mucho más por medio de la oración sólo hecha, en el nombre de su unigénito, por ejemplo. Porque la oración hacia Dios, hecha en el nombre sagrado de su Hijo amado, el Señor Jesucristo, es poder, en el paraíso y en cualquier lugar de la tierra, eternamente y para siempre, para el bien del corazón y de la vida del hombre, de la mujer, del niño y de la niña de la humanidad entera. Poderes de los cuales nuestro Padre Celestial mismo se los había delegado primero a su Espíritu Santo, en los primeros días de génesis (génesis 1:2), para que sean regados por toda la tierra, para dar vida en abundancia, a los que vivían en las profundas tinieblas del polvo de la muerte en el más allá, por ejemplo. Porque la palabra de Dios y de su Espíritu Santo es realmente la semilla que la da vida en abundancia a todo ser viviente, en el paraíso y en toda la tierra, también, sólo por medio del Árbol de la vida, ¡el Señor Jesucristo! Es decir, que ésta es la palabra de Dios, la cual da vida en abundancia a todos sus seres creados por su palabra, por su nombre santo y por sus manos sagradas, en toda la creación infinita, del ayer y de siempre. Por lo tanto, la palabra de Dios es poder para dar vida y salud infinita, en nuestros corazones y en nuestras almas eternas, también, día y noche, sólo cuando le oramos a nuestro Dios, en el nombre sagrado de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo! Dado que, la oración hecha a nuestro Dios, como los ángeles del cielo lo han venido haciendo desde los días de la antigüedad y hasta nuestros días, por ejemplo, ha sido siempre en el nombre del Árbol de la vida, el Señor Jesucristo, ni más ni menos, para que Dios entonces les conteste sus oraciones, como de costumbre. De otra manera, Dios no ha de contestar jamás la oración del ángel y así también del hombre del paraíso y de la tierra, como a Lucifer y a sus ángeles caídos, por ejemplo. Porque ellos se acercaron a Él, por medio de su propio nombre, o por el nombre de Lucifer; y fue aquí, en donde ellos tropezaron con la verdad y con la justicia infinita de nuestro Dios, en la tierra y en el cielo, también, para mal de sus vidas, en el lago de fuego, eternamente y para siempre. Porque sólo en el espíritu del Árbol de la vida, su Hijo amado, es que realmente hay verdad y justicia infinita para cada ángel, arcángel, serafín, querubín y demás seres santos del cielo, como hombres del paraíso y de aquellos hombres y mujeres del mundo entero de hoy en día, que creen en Jesucristo en sus corazones, por ejemplo. Por lo tanto, sus nombres están escritos en "el libro de la vida" en el cielo, sólo por haber hecho una oración simple, tan simple como siempre orando en sus corazones y con sus labios delante de su Dios, únicamente en el nombre milagroso y eternamente sobrenatural del Señor Jesucristo. Realmente, ésta es la palabra creadora de Dios y de su Árbol de vida, en la tierra y en la eternidad venidera del nuevo reino de Dios y de sus huestes celestiales de ángeles y de hombres, mujeres, niños y niñas de la humanidad entera, que habita en nuestros corazones, sólo para agradar a toda verdad y justicia de Dios. Y sin esta bendición de la verdad y de la justicia del Señor Jesucristo no podemos orar a Dios; ni Él nos podrá jamás oír nuestras oraciones, ni menos contestarlas, para siempre. Entonces la verdad y la justicia del Señor Jesucristo es para nuestras vidas, es decir, para nuestros corazones; por lo tanto, Lucifer no las puede tocar ni menos remover de ninguna manera, ni por ningún poder de lo alto ni de lo bajo. Porque el nombre del Señor Jesucristo reina en nuestras vidas, desde el día y la hora que nosotros oramos a nuestro Dios, y le pedimos que su Hijo amado sea parte de nuestras vidas, eternamente y para siempre, en la tierra y en el paraíso, también. Es por esta razón, que en cada uno de nosotros, en nuestros millares, de todas las familias de la humanidad entera, hay poder sobrenatural de gracia y de misericordia infinita delante de Dios y de su Espíritu Santo, cada vez que oramos e invocamos el nombre sagrado del Señor Jesucristo en nuestras vidas. Y es realmente ésta oración de fe, la cual mueve a Dios, mueve montañas, levanta a los muertos y, por ende, sana todos los males del hombre, mayores y menores, en todos los lugares de la tierra y hasta en el mismo paraíso, también, si así fuese necesario hacerlo con nuestras oraciones humanas, por ejemplo. Es por eso, que Dios requería de Adán y Eva ha que comiencen del fruto de vida eterna, su Hijo amado, el Señor Jesucristo, en oración para que tengan poder y gracia de bendición y de vida eterna por siempre, en todos los lugares de su creación celestial e infinita, para bien infinito de sus descendientes, en sus millares incontables. Por lo tanto, es la palabra de Dios la cual nos da vida y nos bendice, a la vez, para llenarnos más de la gloria y de las grandezas de Dios, en el paraíso y por toda la tierra, también, porque nuestras oraciones, son eternas, en el nombre del Señor Jesucristo, trayendo siempre: milagros tras milagros a nuestras vidas infinitas. Y estas grandezas y glorias infinitas de Dios no son nada comparadas con las que los ángeles han conocido, a través de los siglos y hasta nuestros días, por ejemplo, en el cielo, en el paraíso y en toda la nueva creación de Dios, en el más allá, como La Nueva Jerusalén Santa e Infinita del reino mesiánico, por ejemplo. Porque todas las nuevas grandezas y glorias de santidades de justicia y de verdades eternas, las cuales han sido alcanzadas en los corazones de cada hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera, únicamente de los que han creído en el nombre sagrado y antiguo del Señor Jesucristo. Es más, estas son las grandezas y las glorias de las cuales jamás ningún ojo de ángel ni del hombre del paraíso o de la tierra ha visto, pero están allá, en los nuevos lugares eternos de Dios y de su Árbol de vida eterna. En las nuevas tierras con nuevos cielos para los ángeles y para la humanidad entera, gracias a las oraciones de los hombres, mujeres, niños y niñas de la fe, del nombre del Señor Jesucristo, de los tiempos de la antigüedad y de nuestros días, también, por ejemplo, como hoy en día contigo, mi estimado hermano y mi estimada hermana. Por eso, para nuestro Padre Celestial cada oración es de mucha importancia en el vivir del día a día del hombre en la tierra y en el paraíso, también, para su nueva vida infinita, en el más allá, como en La Nueva Jerusalén Santa y Perfecta del nuevo reino celestial. Y cada una de estas oraciones de los hombres, mujeres, niños y niñas de la fe, del nombre del Señor Jesucristo, está asegurada en alguna de sus muchas copas de oro en el cielo, para nuestro Dios recordarlas por siempre y así jamás olvidarlas pase lo que pase en la nueva eternidad venidera. Entonces si crees que tus oraciones no llegan al cielo, a donde está nuestro Dios, realmente te has equivocado también ésta vez, como de costumbre, mi estimado hermano y mi estimada hermana, para mal de tu vida y de muchos más en tu derredor, por ejemplo, como familiares y hasta amistades, de los que están cerca o lejos. Porque el poder del espíritu de la fe viva, actúa en tu vida y delante de Dios con poder del cielo, de acuerdo a cómo crees en tu salvador celestial, el Señor Jesucristo, en tu corazón y en toda tu vida, también. Porque cada una de nuestras oraciones, hechas en el nombre del Señor Jesucristo, si llega al cielo y a los oídos y atención infinita de nuestro Dios, para contestarnos ya, cada una de ellas y de nuestras peticiones, ruegos, aclamaciones, intercesiones, etc., para enriquecer nuestras vidas y no para hacernos ningún mal, por ejemplo. Porque nuestro Dios jamás le ha hecho mal a nadie, ángel del cielo u hombre del paraíso o de la tierra, sino todo lo contrario. Ha sido el ángel caído o el hombre rebelde que ha ofendido a Dios y a su Árbol de vida eterna, el Señor Jesucristo. Como ejemplo, podemos ver a Cristo sufriendo por cada uno de nosotros en el Calvario, la jordana agobiante a la muerte para luego resucitar a la vida eterna, en el Tercer Día. Entonces nuestro Dios nos oye siempre, porque él es muy rico en todas las cosas del cielo y de la tierra, para perdonar, ayudar y bendecir a todos sus pueblos de la humanidad entera, de los que le aman y le adoran a Él, en el espíritu y en la verdad viviente de su palabra viva y milagrosa. Y ésta es la palabra de Dios, la cual su Hijo amado nos la ha traído a la tierra, para que entré en nuestros corazones y en nuestras vidas, también, para manifestar cada una de las maravillas, milagros y prodigios de los cielos y de toda la tierra, también, para gloria y para honra infinita de su nombre santo. Porque la palabra de Dios tiene que glorificar y honrar el nombre sagrado de nuestro Dios, por inicio, en nuestros corazones y en nuestras vidas día y noche y por siempre, en la tierra y en la eternidad venidera del nuevo reino de los cielos, en el más allá. Porque ésta santidad, ésta gloria infinita, sólo le pertenece a nuestro Padre Celestial en nuestros corazones y en nuestro diario vivir en la tierra o en el paraíso, sólo por medio de la vida sagrada de su Hijo amado, ¡el Cristo de Israel y de la humanidad entera! Porque realmente es imposible que la palabra viva de nuestro Dios no glorifique a nuestro Padre Celestial en nuestros corazones y en nuestras vidas, gracias a la verdad y a la justicia infinita del Señor Jesucristo actuando día y noche en nuestros corazones y en nuestras vidas de siempre, también, para alcanzar aun glorias nuevas e infinitas para Dios. Por eso, el Señor Jesucristo nos ha enseñado, a través de su palabra viva, de que todo lo que le pidamos al SEÑOR, entonces lo tenemos que hacer únicamente por los poderes sobrenaturales de su nombre, para que todo lo que queramos en nuestras vidas, se hagan realidad ya, o lo más antes posible, para nueva gloria de nuestro Dios. Por lo tanto, está de parte de nosotros mismos creerle al SEÑOR, por todo lo que le pidamos en oración, para que sea hecha una realidad, cada una de nuestras peticiones, ruegos, intercesiones, suplicas y demás, por ejemplo, para alcanzar nuevas glorias a su nombre santo. Para que nunca nos falte ningún bien, en la tierra ni menos en el más allá, como en el nuevo reino de los cielos de su gran ciudad celestial: La Nueva Jerusalén Santa y Eterna del cielo. Por eso, la oración debería ser parte cotidiana de nuestras vidas, para alcanzar siempre lo inalcanzable o lo imposible, por ejemplo, en nuestros corazones y en nuestras vidas de siempre, en toda la tierra. Porque la verdad es que el espíritu del hombre es muy fuerte, ya que viene de Dios a Él y de su Espíritu Santo; pero su carne es débil, por falta de los poderes, de los ingredientes espirituales del espíritu de la sangre viva del Árbol de la vida, ¡el Señor Jesucristo! EL ESPÍRITU HUMANO ES FUERTE, PERO SU CARNE ES DÉBIL, SIN CRISTO Por eso, cuídense muchísimo, pues, oren sin cesar día y noche, también, para que no entren en el mal de sus tinieblas ni (de las tinieblas) de nadie, tampoco, para que no pierdan nunca ningún bien de la tierra ni ninguna bendición del cielo. Porque el enemigo eterno de nuestras vidas y de nuestras almas vivientes, siempre está rondando como león rugiente: hambriento y sediento para ver a quien devorar y destruir con sus mentiras de siempre, como las (mentiras) del paraíso, por ejemplo, con Adán y Eva y la serpiente antigua. Y los que no están con sus corazones y sus mentes en Dios y en su Jesucristo, entonces son vulnerables a sus artimañas y a sus ataques destructivos de sus corazones, de sus espíritus y de sus almas eternas, también. Es por eso, hacerle siempre al enemigo alejarse de uno (y de los nuestros también), con una oración, por más pequeña que sea, no importa, porque realmente tiene igual de poder delante de Dios, en el nombre sagrado de su Hijo amado, el Señor Jesucristo, para protegernos de las tinieblas más terribles y destructibles del más allá. Entonces hagamos como el Señor Jesucristo les dijo a sus apóstoles, en sus momentos más cruciales de su vida mesiánica en Israel: Cuando les dijo con autoridad celestial, por ejemplo: Oren conmigo a nuestro Padre Celestial que está en los cielos, para que me de fuerzas y me guié a hacer su voluntad perfecta y no la mía, en Israel. Porque la verdad es que el espíritu del hombre realmente está dispuesto para hablar con Dios, por medio de su espíritu y la oración, en el nombre sagrado de su Hijo amado, pero su carne es débil, por la presencia constante del pecado original de las primeras palabras mentirosas de Lucifer y de su serpiente antigua del Edén, por ejemplo. Visto que, Lucifer siempre ha sido el padre de toda mentira y enemigo eterno a la oración y a la alabanza de gloria y de honra a nuestro Dios que está en los cielos, hecha siempre en el nombre sagrado del Señor Jesucristo en nuestros corazones y con nuestros labios, por ejemplo. Y cuando nosotros no queremos servirle al SEÑOR, es porque realmente el mismo espíritu del enemigo nos hace hacer todas las cosas que no van con lo que Dios desea en nuestras vidas, para honrarle y para exaltarle a Él, en su nombre santo, como debió de ser así con Adán primero en el paraíso, por ejemplo. Entonces son estas mismas palabras de Adán que aun viven en nuestros cuerpos corporales e espirituales, los que nos causan problemas constantes entre nuestros corazones y el corazón sagrado de Dios en la tierra por su palabra y en el cielo por su nombre y por su Espíritu Santo, por ejemplo. Porque el conflicto entre Adán y Dios es el mismo de los primeros días del paraíso, ni más ni menos, en toda la tierra y en cada uno de nosotros, seamos hombres, mujeres, niños o niñas de la humanidad entera, para no obedecerle a Él y comer de su fruto de vida infinita, su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo! Puesto que, el corazón y el espíritu humano que hemos recibido de parte del Creador de nuestras vidas ama mucho, por inicio, a su Espíritu Santo y a la vida gloriosa del Árbol de la vida, ¡el Señor Jesucristo!, pero la carne que ha sido engendrada en el pecado original de Adán es muy débil, para obedecer a su fruto de vida. Entonces ésta es una lucha espiritual, la cual no termina nunca; porque comenzó con Adán y jamás termino con ninguno de sus descendientes, ni aun con el Señor Jesucristo en Israel o de nuevo de regreso al epicentro del paraíso, por ejemplo. En el paraíso, en donde Adán peca en contra del Señor Jesucristo y de Dios, también; y desde ese lugar decide descender a la tierra el Señor Jesucristo para defender a Adán y a sus descendientes del mal del pecado y de su muerte eterna, en el infiero o en el lago de fuego, en el más allá. Porque el Señor Jesucristo tuvo que sufrir mucho, en su vida y en sus oraciones hacia Dios por éste conflicto espiritual del paraíso y del hombre por no haber comido ni bebido de su fruto de vida eterna, su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo! En verdad, esto ha sido un conflicto que nunca ha terminado, desde que comenzó en el corazón y en la carne de Eva y de Adán, en el paraíso, para luego seguir en nuestros corazones y en nuestras vidas con sus mismos poderes y males de siempre, para seguir haciéndonos daño delante de Dios y de su Árbol de vida. Aquí es cuando el espíritu rebelde del corazón del pecador y de la pecadora, en vez de alzar sus ojos al cielo, en donde está el altar de Dios y su Trono santo para honrar a su Creador y al salvador infinito de su alma eterna, entonces pone su mirada en ídolos e imágenes de talla, por ejemplo. Y esto es, realmente, para no comer, espiritualmente hablando, de la comida y de la bebida de la vida eterna, el Cristo de Israel y de la humanidad entera, para mal de su vida y de muchos también en toda la creación de Dios y de sus huestes celestiales. Pues entonces así como el pecador y la pecadora comienzan hacer sus oraciones, sus ruegos, sus peticiones, sus intercesiones en vano, porque nuestro Dios simplemente no los oye. Nuestro Dios no oye al pecador, ya que el espíritu del fruto de la vida eterna no está en él ni en ninguno de los suyos, tampoco, así como jamás estuvo en el corazón de Adán ni de Eva, en el paraíso para que oiga sus palabras y los bendiga en el nombre sagrado de su Hijo amado. Porque la realidad es que nuestro Padre Celestial nos quiere bendecir con todas las fuerzas de su alma y de su corazón santísimo, con el nombre sagrado de su Árbol de vida, el Señor Jesucristo, desde la misma creación del paraíso y del cielo, pero si no estamos con su Hijo amado no hay nada de nada, para siempre. Es decir, si no creemos en su nombre santo y milagroso, entonces: ¿Cómo nuestro Dios nos va a bendecir y, a la vez, ha llenarnos de los bienes de los poderes sobrenaturales de los dones de su Espíritu Santo, por ejemplo? En aquel entonces, esto fue imposible para Dios hacer en el paraíso con Adán y Eva, y así también para cada uno de nosotros en toda la tierra, por más que Él lo desee hacer así en su corazón santísimo con cada uno de nosotros, en nuestros millares, en toda la tierra, en el nombre sagrado del Señor Jesucristo. Pero, sin embargo, si creemos en nuestros corazones y así confesamos con nuestros labios el nombre sagrado de su Hijo amado, el Señor Jesucristo, entonces nuestro Dios nos puede perdonar, ayudar en muchas cosas; bendiciéndonos grandemente con muchas de sus riquezas del cielo y de la tierra, también y aun hasta de lugares que no conocemos nosotros del más allá. Por cierto, bendiciéndonos con todos los poderes sobrenaturales de los dones de su Espíritu Santo día y noche y sin cesar jamás por ninguna razón, para que nuestros corazones crezcan y se llenen de muchas de las cosas que siempre hemos deseado tener y gozar en nuestras vidas, desde los días de la antigüedad y hasta nuestros días, por ejemplo. Por lo tanto, nuestro Dios ya no puede quedarse sin hacer nada por nosotros, sino por lo contrario. Ahora nuestro Dios nos puede perdonar y bendecir profundamente y sobrenaturalmente, desde su trono santo en el cielo, en el nombre sagrado de su Hijo amado, porque le hemos creído a Él, por su fruto de vida eterna, y no hemos sido rebeldes como Adán y Eva en el paraíso con Él, por ejemplo. Es por eso, que la palabra de Dios y el nombre sagrado de su Hijo amado son muy importantes, en el corazón y en la vida de cada hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera, para superar el mal de la carne, por sus debilidades y por su enlace a los poderes del pecado de Lucifer, por ejemplo. Porque es Cristo y el espíritu de su sangre santísima los cuales rompen cada uno de estos males en nuestras vidas, para cambiarlas por muchas de las bendiciones del cielo y así ya no nos sigan haciendo daño, como antes, como cuando Cristo y su palabra no vivían en nuestros corazones, por ejemplo, en el poder sobrenatural de la oración. Es decir, que la mentira de Lucifer dejara de existir y de tener influencias y poderes en nuestras vidas, para ya no seguir haciéndonos ningún mal, como los que Adán y Eva sufrieron en el paraíso, o como los males habituales que han azotado tu vida, sin que tú entiendas nada, o el porqué de estas cosas, por ejemplo. Porque es éste espíritu de mentira y de muerte eterna, el cual siempre nos tiene sujetos a la voluntad del corazón perdido del primer pecado de Lucifer y de la serpiente antigua del Edén, pero la sangre de Cristo les ha puesto fin eternamente y para siempre, para que jamás nos vuelvan hacer ningún mal. Puesto que, las palabras de mentira y de muerte eterna de Lucifer, las cuales contaminaron no sólo el corazón de la serpiente del Edén, sino que también contaminaron el corazón de Eva y luego el de Adán y de cada uno de sus descendientes, en sus millares, en toda la creación celestial, a pesar del tiempo transcurrido, aun está vigente. Éste es un espíritu rebelde del paraíso, y no de la tierra ni aun del infierno, el cual sólo el mismo espíritu de la sangre de Cristo lo puede destruir, en tu corazón y en tu vida, también, mi estimado hermano, desde hoy mismo y para siempre, en la eternidad venidera, si tan sólo crees en Él, en tu redentor. Y esta es la eternidad de la nueva época celestial de Dios y de su Árbol de vida eterna, rodeado por siempre de sus ángeles del cielo y de su nueva humanidad infinita, redimida por el poder de la oración hacia Él, el Santo de Israel, en su nombre sagrado de toda la vida ¡el Señor Jesucristo! En realidad, éste espíritu de rebelión y de desobediencia al fruto de vida eterna de Dios y de su Árbol de vida aun vive en la carne del hombre de pecado y de la mujer de pecado, también, para seguir haciendo el mismo mal de siempre, como el del paraíso, por ejemplo, para destruir por siempre toda vida humana. Y así nuestro Dios que está en los cielos, ya no sea más honrado y glorificado en perfecta santidad y honra de la vida gloriosa de su Árbol de vida, como los ángeles lo han venido haciendo, desde tiempos inmemoriales y hasta nuestros días, en el cielo y hasta en la tierra, también, aunque no lo crea así, mi estimado hermano. Porque la verdad es que aun los ángeles del cielo, a veces, por permiso de Dios mismo, descienden a la tierra y se unen en alabanzas de gran gloria y de gran honra al nombre sagrado de nuestro Dios entre los hombres, mujeres, niños y niñas, de bien y de buena voluntad de todas las familias de la tierra, por ejemplo, en el nombre del Señor Jesucristo. Y los ángeles, a veces, hacen estas cosas sobrenaturales entre los hombres de la tierra, para exaltar alguna gloria o alguna honra sublime entre los pecadores y las pecadoras arrepentidos de sus pecados, y que se han entregado a la vida santa y eternamente honrada del Árbol de la vida. Es decir, entregarse al Señor Jesucristo para cumplir toda verdad y toda justicia en sus corazones y en sus vidas, a pesar de la presencia terrible de las profundas tinieblas de Lucifer y de sus ángeles caídos en la tierra y en el bajo mundo, también, por ejemplo. Porque toda verdad y toda justicia tiene que cumplirse en el corazón del hombre, de la mujer, del niño y de la niña de todas las razas, pueblos, linajes, tribus y reinos de la tierra, en el nombre del Señor Jesucristo viviendo en sus corazones eternos, para entrar entonces desde ya a la vida infinita del nuevo reino de Dios. Entonces es bueno para el hombre siempre orar a su Dios en el nombre sagrado de su Hijo amado, el Señor Jesucristo, para no caer en la tentación del pecado de su propio corazón y de los demás, también. Porque el pecador y la pecadora es realmente tan culpable de sus pecados, como los de los demás, por ejemplo. Es como Adán y Eva en el paraíso, por ejemplo: Eva fue quien primero peca al comer del fruto prohibido del árbol de la ciencia del bien y del mal, pero toda la culpa recayó sobre Adán y no tanto sobre la mujer. Pues así es, hoy en día, en toda la tierra, ya que porqué otros pecan, esto no significa que el mal del pecado no te tocara a ti, sino por lo contrario. En realidad, el pecado de otros también puede tocarte y hacerte daño, también, tanto daño como el que lo cometió o comenzó, por ejemplo; es por eso que necesitas siempre orar al SEÑOR, en el nombre sagrado de su Hijo amado, el Señor Jesucristo, para que ningún mal o pecado de otro u otros toque tu vida, por ninguna razón. Porque el espíritu de la oración hecha en el espíritu de la verdad y de la justicia infinita del nombre del Señor Jesucristo, entonces puede mucho delante de Dios y de su Espíritu Santo, para perdonar, para ayudar y para bendecir a cualquier hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera en toda la tierra, hoy y siempre. Pues bien, si te mantienes en oraciones, cortas o largas, en el nombre del Señor Jesucristo, delante de tu Dios y Creador de tu vida, entonces ningún mal ha de tocar tu morada ni menos tu vida, eternamente y para siempre, en la tierra ni menos en el paraíso. TODO AQUEL QUE LE PIDE A DIOS EN EL NOMBRE DE JESÚS, ENTONCES RECIBE Y yo les digo, les decía el Señor Jesucristo a sus apóstoles y discípulos, en todos los lugares de Israel, cada vez que predicaba la nueva vida venidera del reino de Dios y de su justicia infinita: Pidan; pidan sin dudar en sus corazones, y se les dará. Busquen y hallaran alimento paras sus cuerpos y para sus almas infinitas. Llamen, y se les abrirá la puerta del cielo, para que sus bendiciones desciendan a sus vidas día y noche y por siempre en la eternidad venidera. Dado que, todo aquel que pide recibe, y el que busca encuentra, y al que llama se le responderá y se le abrirá las ventanas de los cielos y su puerta también de su nueva vida infinita, en la tierra y en el nuevo reino de Dios y de su Árbol de vida eterna, su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo! Porque lo que Dios ha creado, ha sido para que el corazón y el alma del hombre, de la mujer, del niño y de la niña de la humanidad entera, lo disfruten por siempre, siempre alabando y honrado a su Dios y a su Jesucristo en sus corazones, en todos los lugares de la tierra y en el paraíso, también. Para que de esta manera, no les falte nunca ningún bien en sus vidas, en la tierra ni menos en el paraíso, eternamente y para siempre. Porque así como hay abundancias de todas las cosas en el cielo, pues, también en todos los lugares de la tierra; y nuestro Dios se los entrega todo día y noche a los que le aman a Él, en el espíritu y en la verdad del espíritu de la sangre y de la vida eterna de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo! Puesto que, sólo el Señor Jesucristo es la oración perfecta del corazón del hombre para agradar a su Dios y Fundador de su vida, en toda verdad y en toda justicia infinita, en la tierra y en el paraíso, también, eternamente y para siempre. Y como nuestro Dios ama a la oración, entonces nos ama a cada uno de nosotros, en nuestros millares, de todas las razas, pueblos, linajes, tribus y reinos de toda la tierra, desde la antigüedad y hasta aun más allá de la eternidad venidera, por ejemplo. Y nuestro Dios nos ha de seguir amando mucho más que antes en la eternidad venidera, en nuestros nuevos lugares del cielo, por amor a la oración perfecta de su corazón, su fruto de vida, su Hijo amado, el Árbol de la vida eterna. Porque, además, nuestro Dios está muy interesado en que cada uno de nosotros se comunique con Él, sólo por medio de su Hijo amado, para así entonces responderle adecuadamente en todo lo que le pida, en esta vida y en la venidera también. Ya que, sólo Dios puede contestar la oración del hombre, hecha en el nombre del Señor Jesucristo para alcanzar grandezas y perfecciones jamás alcanzadas por los corazones de los ángeles ni menos por el pecador del paraíso o de la tierra, como Adán y Eva, por ejemplo, sin la ayuda idónea del Espíritu Santo y de su Hijo, el Cristo. Es por eso, que el Señor Jesucristo y el Espíritu Santo son muy importantes en nuestros corazones, en nuestras oraciones y en nuestro diario vivir, en la tierra y así también en el cielo, como en La Nueva Jerusalén Santa e Infinita del nuevo más allá de Dios y de sus ángeles celestiales y su nueva humanidad infinita de siempre. Por esta razón, nuestro Dios es bueno y siempre está listo para suplirnos cada una de nuestras necesidades, sólo por medio de sus muchos frutos de vida y de salud infinita de su Árbol Viviente, su Hijo amado, el Señor Jesucristo. Y, hoy en día, Dios desearía suplirte muchas de tus tantas necesidades (en tu vida y en la de los tuyos, también), si sólo tu corazón confiaría en Él, por medio del espíritu del amor y de la sangre bendita de su Hijo amado, el Señor Jesucristo. En vista de que, mayor nombre bendito y milagroso, como el nombre del Señor Jesucristo no había para Adán ni para Eva, en el paraíso. Pues así también en tu vida de hoy en día, mi estimado hermano y mi estimada hermana, para Dios comenzar a oír tu oración y bendecir tu vida por siempre en su Jesucristo, en la tierra y de nuevo eternamente y para siempre, en tu nueva vida infinita del paraíso y de La Nueva Jerusalén Santa y Perfecta del cielo. Porque en el cielo, Dios siempre ha oído desde siempre cada una de las oraciones y también de las alabanzas de sus ángeles, arcángeles, serafines, querubines y demás seres santos, en el nombre de su Hijo amado; y sin el nombre del Señor Jesucristo, nuestro Dios jamás ha oído la oración ni la alabanza de ninguno de sus ángeles. Y fue aquí que Lucifer con sus ángeles caídos peca delante de Dios y de su Árbol de vida eterna, por vez primera. Porque los ángeles caídos trataron de acercarse a Dios con sus oraciones y con sus supuestas honras a Él, en el nombre desconocido y hasta inicuo de Lucifer, para airarle y hasta el punto que ya no podían permanecer en su presencia santa ni sólo momento más. Porque la verdad y la justicia del Señor Jesucristo no se encontraban en ninguno de ellos, en sus millares, que llenaban los cielos, sino sólo tinieblas de sus falsas palabras, de engaño y de muerte eterna solamente, para el juicio final de Dios para los rebeldes a su nombre santo, en el cielo y en toda la tierra, también. En verdad, nuestro Dios jamás pudo realmente bendecir a ninguno de los ángeles caídos, en sus millares, en todos los lugares del reino de los cielos, hasta que se perdieron para siempre, comenzando con Lucifer, por ejemplo, porque en sus palabras no estaba el espíritu de vida y de la verdad eterna, ¡el Señor Jesucristo! Y cuando Adán y Eva le hablaban a Dios en el paraíso después de haber consumado el fruto prohibido, pues tampoco en ellos Dios encontró el espíritu del nombre del Señor Jesucristo en sus palabras, para mal eterno de muchos, comenzando con ellos mismos. Entonces nuestro Dios puso a Adán y a Eva en el paraíso, para que ellos hablasen con Él en el espíritu de la oración, por medio de su fruto de vida de su Árbol Viviente, su Hijo amado, el Señor Jesucristo. Y Adán ni Eva jamás entendieron en sus corazones, en el comienzo de sus vidas, de que tenían que creer en sus corazones y confesar con sus labios el espíritu del nombre milagroso y todopoderoso del Señor Jesucristo, para bien de sus vidas y de los suyos también eternamente y para siempre, en toda la creación celestial. Porque en el paraíso, Dios quería suplirle cada una de las necesidades de Adán y de sus descendientes, comenzando con Eva, sólo por medio de la oración y de su Árbol de vida eterna, el Señor Jesucristo. Y sin el fruto del Árbol de vida eterna, entonces Dios no podía darle nada de nada a Adán ni a Eva tampoco. Y, hoy en día, ésta misma máxima del paraíso y de la vida de Adán y de Eva es una verdad viva y constante en cada uno de nosotros, en todos los lugares de la tierra, como descendientes directos y eternos de cada uno de ellos, en el cielo y en la tierra, también. Porque la verdad es que somos, cada uno de nosotros, en nuestros millares, en todas las naciones de la tierra: descendientes directos de Adán en el paraíso, para conocer por siempre "la oración y la vida eterna de Dios y de su Árbol de vida", por el poder sobrenatural del espíritu de su palabra y de su nombre santo. Por cuanto, fuera del Señor Jesucristo para Dios y así también para cada ángel del cielo no hay otra vida igual, en el paraíso ni menos en ningún lugar de toda la creación, como la tierra de nuestros días y de la tierra nueva con nuevos cielos venideros del más allá, por ejemplo, como La Nueva Ciudad Celestial del reino. Es por eso, que es muy importante la oración hecha, sólo en el nombre del Señor Jesucristo en nuestro corazón para nuestro Padre Celestial que está en los cielos sentado gloriosamente sobre su trono de la gracia y de la misericordia infinita, para todo aquel que crea en Él, por amor a Jesucristo. Y el Señor Jesucristo les enseñaba a las gentes a siempre pedirle a Dios todo lo que necesiten, en sus vidas, pero sólo por el poder de la oración en su nombre santo; y sin la oración y sin su nombre santo, entonces Dios nos les iba a conceder nada de nada a ninguno de ellos, jamás. Porque es sólo Dios quien suple las necesidades de los pueblos, naciones reinos y, por supuesto, a cada ángel del cielo y así también a cada hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera, en la invocaron del nombre sobrenatural de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo! Visto que, por medio de Él mismo, siendo el Árbol de la vida del paraíso y del reino de los cielos, el Señor Jesucristo, pues así también para toda vida en todos los lugares de la tierra, y aun hasta para toda vida de las que están escondidas debajo de las aguas de la tierra, como los mares, por ejemplo. Es decir, que sólo en el Señor Jesucristo nosotros tenemos todo lo que necesitamos de Dios y de su Espíritu Santo, para nuestros corazones y para nuestras vidas terrenales y celestiales, también, en el más allá, en nuestros nuevos lugares eternos del cielo. En la nueva tierra con nuevos cielos infinitos, de los cuales jamás han conocido la maldad del pecado ni la muerte del ángel caído ni del hombre pecador de toda la tierra, sino que sólo conocen del nombre de Dios y de su espíritu de verdad y de la justicia infinita de su Árbol Viviente, su Hijo amado, ¡el Cristo! En otras palabras, nuestro Dios es muy rico en los cielos y en la tierra, también, y nos quiere dar muchas cosas, si tan sólo se lo pedimos a Él, en oración y en el nombre sagrado de su Hijo amado. Para que entonces muchos poderes sobrenaturales de los dones de su Espíritu Santo, poderes y autoridades que nuestro Dios ya le entrego al Espíritu Santo para que nos bendiga a cada uno de nosotros, en toda la tierra, si tan sólo creemos en Él, en oración y en el nombre sagrado de su Hijo amado, el Señor Jesucristo. Eso es todo, lo que Dios siempre ha requerido de cada uno de nosotros, en todos los lugares de la tierra, para amarnos y para bendecirnos en todas nuestras cosas, como siempre lo ha hecho con sus ángeles del cielo, por ejemplo. Y, además, en ésta vida nueva, los ángeles y así también los hombres, mujeres, niños y niñas de la humanidad entera, redimida de sus pecados por su oración de fe, hecha en el nombre del Señor Jesucristo delante, sólo servirán a su Dios y a su Espíritu, en los frutos de vida, ¡el Señor Jesucristo!, para jamás volver a morir. Y esto es algo que debió de ser así, desde el comienzo de todas las cosas, en el paraíso, con Adán y Eva, por ejemplo, para bien y salud eterna de muchos en el cielo y en toda la tierra, eternamente y para siempre. Pero Lucifer tronco el plan de Dios, como sabemos por la escritura, no para siempre, sino por un corto tiempo, para luego volver todo a la normalidad en los días postreros, con nuevas tierras y nuevos cielos habitados por ángeles y así también por su humanidad de siempre, si tan sólo creemos en Él, en la vida sagrada de su Jesucristo. Y sólo así, desde hoy mismo, hemos de empezar la vida eterna del nuevo reino de Dios en la tierra y en el cielo también, como en La Nueva Jerusalén Santa y Perfecta del más allá, por el poder sobrenatural de la oración en nuestras vidas del nombre del Señor Jesucristo. Porque la oración de fe, la que hayan hecho en sus corazones y con sus labios, creyendo en los poderes sobrenaturales de la misericordia y de la gracia de Dios y de su Jesucristo, entonces vivirán por siempre en el nuevo reino de los cielos, para servir a su Dios eterno, y sin jamás volverse alejar de Él, para siempre. Es decir, que cada uno de sus hijos e hijas de toda la tierra ha de entrar a vivir en el espíritu de la nueva vida infinita, para orar, alabar, exaltar, honrar, glorificar, santificar y muchas cosas más, sólo para alcanzar nuevas glorias y honras infinitas del nombre sagrado de nuestro Dios y Padre Celestial que está en los cielos. Y es aquí, en donde has de vivir por siempre orando y sirviéndole a tu Dios, mi estimado hermano y mi estimada hermana, como los ángeles lo han hecho a través de los siglos y hasta nuestros días, para alcanzar glorias y santidades infinitas, por el poder de la oración y de la alabanza a su nombre santo. Pero esta vez, nosotros mismo (y no otros) le serviremos a nuestro Dios en el poder de la oración y de la alabanza celestial con mayor gloria y santidad que antes de parte de Dios y de su Árbol de vida, el Señor Jesucristo, viviendo en nuestras vidas de día a día y hasta por siempre, en la nueva eternidad venidera. ¡Amén, que así sea para todos los hijos e hijas de Dios, en toda la humanidad infinita, del ayer y de siempre! El amor (Espíritu Santo) de nuestro Padre Celestial y de su Jesucristo es contigo. ¡Cultura y paz para todos, hoy y siempre! Dígale al Señor, nuestro Padre Celestial, de todo corazón, en el nombre del Señor Jesucristo: Nuestras almas te aman, Señor. Nuestras almas te adoran, Padre nuestro. Nuestras almas te rinden gloria y honra a tu nombre y obra santa y sobrenatural, en la tierra y en el cielo, también, para siempre, Padre Celestial, en el nombre de tu Hijo amado, el Señor Jesucristo. LOS ÍDOLOS SON UNA OFENSA / AFRENTA A LA LEY PERFECTA DE DIOS Es por eso que los ídolos han sido desde siempre: un tropiezo a la verdad de Dios y al poder de Dios en tu vida. Un tropiezo eterno, para que la omnipotencia de Dios no obre en tu vida, de acuerdo a la voluntad perfecta del Padre Celestial y de su Espíritu Eterno. Pero todo esto tiene un fin en tu vida, en ésta misma hora crucial de tu vida. Has de pensar quizá que el fin de todos los males de los ídolos termine, cuando llegues al fin de tus días. Pero esto no es verdad. Los ídolos con sus espíritus inmundos te seguirán atormentando día y noche entre las llamas ardientes del fuego del infierno, por haber desobedecido a la Ley viviente de Dios. En verdad, el fin de todos estos males está aquí contigo, en el día de hoy. Y éste es el Señor Jesucristo. Cree en Él, en espíritu y en verdad. Usando siempre tu fe en Él, escaparas los males, enfermedades y los tormentos eternos de la presencia terrible de los ídolos y de sus huestes de espíritus infernales en tu vida y en la vida de cada uno de los tuyos también, en la eternidad del reino de Dios. Porque en el reino de Dios su Ley santa es de día en día honrada y exaltada en gran manera, por todas las huestes de sus santos ángeles. Y tú con los tuyos, mi estimado hermano, mi estimada hermana, has sido creado para honrar y exaltar cada letra, cada palabra, cada oración, cada tilde, cada categoría de bendición terrenal y celestial, cada honor, cada dignidad, cada señorío, cada majestad, cada poder, cada decoro, y cada vida humana y celestial con todas de sus muchas y ricas bendiciones de la tierra, del día de hoy y de la tierra santa del más allá, también, en el reino de Dios y de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo!, ¡El Todopoderoso de Israel y de las naciones! SÓLO ESTA LEY (SIN ROMPERLA) ES LA LEY VIVIENTE DE DIOS Esta es la única ley santa de Dios y del Señor Jesucristo en tu corazón, para bendecirte, para darte vida y vida en abundancia, en la tierra y en el cielo para siempre. Y te ha venido diciendo así, desde los días de la antigüedad, desde los lugares muy altos y santos del reino de los cielos: PRIMER MANDAMIENTO: "No tendrás otros dioses delante de mí". SEGUNO MANDAMIENTO: "No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni les rendirás culto, porque yo soy Jehová tu Dios, un Dios celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación de los que me aborrecen. Pero muestro misericordia por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos". TERCER MANDAMIENTO: "No tomarás en vano el nombre de Jehová tu Dios, porque Él no dará por inocente al que tome su nombre en vano". CUARTO MANDAMIENTO: "Acuérdate del día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día será sábado para Jehová tu Dios. No harás en ese día obra alguna, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu animal, ni el forastero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días Jehová hizo los cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y reposó en el séptimo día. Por eso Jehová bendijo el día del sábado y lo santificó". QUINTO MANDAMIENTO: "Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se prolonguen sobre la tierra que Jehová tu Dios te da". SEXTO MANDAMIENTO: "No cometerás homicidio". SEPTIMO MANDAMIENTO: "No cometerás adulterio". OCTAVO MANDAMIENTO: "No robarás". NOVENO MANDAMIENTO: "No darás falso testimonio en contra de tu prójimo". DECIMO MANDAMIENTO: "No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo". Entrégale tu atención al Espíritu de Dios y déshazte de todos estos males en tu hogar, en tu vida y en la vida de cada uno de los tuyos, también. Hazlo así y sin mas demora alguna, por amor a la Ley santa de Dios, en la vida de cada uno de los tuyos. Porque ciertamente ellos desean ser libres de sus ídolos y de sus imágenes de talla, aunque tú no lo veas así, en ésta hora crucial para tu vida y la vida de los tuyos, también. Y tú tienes el poder, para ayudarlos a ser libres de todos estos males, de los cuales han llegado a ellos, desde los días de la antigüedad, para seguir destruyendo sus vidas, en el día de hoy. Y Dios no desea continuar viendo estos males en sus vidas, sino que sólo Él desea ver vida y vida en abundancia, en cada nación y en cada una de sus muchas familias, por toda la tierra. Esto es muy importante: Oremos junto, en el nombre del Señor Jesucristo. Vamos todos a orar juntos, por unos momentos. Y digamos juntos la siguiente oración de Jesucristo delante de la presencia santa del Padre Celestial, nuestro Dios y salvador de todas nuestras almas: ORACIÓN DEL PERDÓN Padre nuestro que estás en los cielos: santificada sea la memoria de tu nombre que mora dentro de Jesucristo, tu hijo amado. Venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por todos los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre Celestial también os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas. Por lo tanto, el Señor Jesús dijo, "Yo soy el CAMINO, y la VERDAD, y la VIDA ETERNA; nadie PUEDE VENIR al PADRE SANTO, sino es POR MÍ". Juan 14: NADIE MÁS TE PUEDE SALVAR. ¡CONFÍA EN JESÚS HOY! MAÑANA QUIZAS SEA DEMASIADO TARDE. YA MAÑANA ES DEMASIADO TARDE PARA MUCHOS, QUE NO LO SEA PARA TI Y LOS TUYOS, EN EL DÍA DE HOY. - Reconoce que eres PECADOR en necesidad, de ser SALVO de éste MUNDO y su MUERTE. Dispónte a dejar el pecado (arrepiéntete): Cree que Jesucristo murió por ti, fue sepultado y resucito al tercer día por el Poder Sagrado del Espíritu Santo y deja que entré en tu vida y sea tu ÚNICO SALVADOR Y SEÑOR EN TU VIDA. QUIZÁ TE PREGUNTES HOY: ¿QUE ORAR? O ¿CÓMO ORAR? O ¿QUÉ DECIRLE AL SEÑOR SANTO EN ORACIÓN? -HAS LO SIGUIENTE, y di: Dios mío, soy un pecador y necesito tu perdón. Creo que Jesucristo ha derramado su SANGRE PRECIOSA y ha muerto por mi pecado. Estoy dispuesto a dejar mi pecado. Invito a Cristo a venir a mi corazón y a mi vida, como mi SALVADOR. ¿Aceptaste a Jesús, como tu Salvador? ¿Sí _____? O ¿No _____? ¿Fecha? ¿Sí ____? O ¿No _____? Si tu respuesta fue Si, entonces esto es solo el principio de una nueva maravillosa vida en Cristo. Ahora: Lee la Biblia cada día para conocer mejor a Cristo. Habla con Dios, orando todos los días en el nombre de JESÚS. Bautízate en AGUA y en El ESPÍRITU SANTO DE DIOS, adora, reúnete y sirve con otros cristianos en un Templo donde Cristo es predicado y la Biblia es la suprema autoridad. Habla de Cristo a los demás. Recibe ayuda para crecer como un nuevo cristiano. Lee libros cristianos que los hermanos Pentecostés o pastores del evangelio de Jesús te recomienden leer y te ayuden a entender más de Jesús y de su palabra sagrada, la Biblia. Libros cristianos están disponibles en gran cantidad en diferentes temas, en tu librería cristiana inmediata a tu barrio, entonces visita a las librerías cristianas con frecuencia, para ver que clase de libros están a tu disposición, para que te ayuden a estudiar y entender las verdades de Dios. Te doy las gracias por leer mí libro que he escrito para ti, para que te goces en la verdad del Padre Celestial y de su Hijo amado y así comiences a crecer en Él, desde el día de hoy y para siempre. El salmo 122, en la Santa Biblia, nos llama a pedir por la paz de Jerusalén día a día y sin cesar, en nuestras oraciones. Porque ésta es la tierra, desde donde Dios lanzo hacia todos los continentes de la tierra: todas nuestras bendiciones y salvación eterna de nuestras almas vivientes. Y nos dice Dios mismo, en su Espíritu Eterno: "Vivan tranquilos los que te aman. Haya paz dentro de tus murallas y tranquilidad en tus palacios, Jerusalén". Por causa de mis hermanos y de mis amigos, diré yo: "Haya paz en ti, siempre Jerusalén". Por causa de la casa de Jehová nuestro Dios, en el cielo y en la tierra: imploraré por tu bien, por siempre. El libro de los salmos 150, en la Santa Biblia, declara el Espíritu de Dios a toda la humanidad, diciéndole y asegurándole: - Qué todo lo que respira, alabe el nombre de Jehová de los Ejércitos, ¡el Todopoderoso! Y esto es, de toda letra, de toda palabra, de todo instrumento y de todo corazón, con su voz tiene que rendirle el hombre: gloria y loor al nombre santo de Dios, en la tierra y en las alturas, como antes y como siempre, por la eternidad. http://www.supercadenacristiana.com/listen/player-wm.asp? playertype=wm%20%20/// http://www.unored.com/streams/radiovisioncristiana.asx http://radioalerta.com